La Interserrana, una de las principales promesas de infraestructura del Gobierno de Samuel García, se ha convertido en sinónimo de lentitud, falta de planeación y un descontrol en el gasto público. Con apenas un avance parcial en el tramo más corto de toda la obra y una proyección de costos que ya supera por mucho lo presupuestado inicialmente, el panorama luce cada vez más preocupante. La carretera, que se planteó como una solución estratégica para el transporte de carga en el sur de Nuevo León, sigue sin cumplir sus plazos, mientras el gobierno estatal guarda silencio ante las críticas.
El llamado Tramo Uno, de apenas 15 kilómetros, debía estar listo para diciembre de este año. Sin embargo, a 14 meses de haber iniciado los trabajos, apenas hay intervención visible en seis kilómetros. Y lo peor: ni siquiera están pavimentados. Lo único tangible hasta ahora son trabajos de desmonte, trazo y compactación, además de dos puentes que representan lo poco construido.
Mientras tanto, los demás tramos también enfrentan demoras. El Tramo Tres, de 34 kilómetros, sigue inconcluso, y el Tramo Dos —el más complejo— ni siquiera ha comenzado, aunque su costo ya se calcula en más de 20 mil millones de pesos.

Tramo uno, sin avances reales
El Tramo Uno de la Interserrana conecta la Carretera Nacional con la Sierra Madre. Pese a ser el más corto de toda la obra, sus avances son mínimos. En un recorrido reciente, se pudo constatar que sólo seis de los quince kilómetros han sido intervenidos hasta ahora. Esos seis kilómetros, además, no cuentan con carpeta asfáltica. Solo han recibido trabajos preliminares de trazo, compactación y relleno.
A eso se suman dos puentes vehiculares como única infraestructura visible, y la total ausencia del distribuidor vial que debería conectar con el kilómetro 189 de la Carretera Nacional, a la altura de Montemorelos. El resto del trayecto continúa sin desmonte ni actividad.
Incluso los mismos trabajadores admiten el rezago. “N’hombre… falta mucho”, declaró uno de los pocos obreros presentes. En el sitio se estiman apenas unos 50 trabajadores activos. El contraste entre la magnitud del proyecto y los recursos desplegados es evidente.
Costos se disparan sin control
Lo más alarmante de la Interserrana no es sólo la lentitud de su ejecución, sino el descontrol financiero que se ha generado. Cuando se adjudicaron los primeros contratos, se calculaba un costo total de 3 mil 128 millones de pesos. Sin embargo, una actualización reciente en el Presupuesto 2025 revela que el gasto ya ronda los 5 mil 019 millones, un aumento del 60 por ciento respecto al monto original.
Esto sin considerar que el Tramo Dos aún no ha comenzado. Esta parte del proyecto es la más complicada, ya que atravesará la sierra y requerirá la construcción de 12 puentes y dos túneles. Sólo ese tramo podría costar cerca de 20 mil millones de pesos, lo que elevaría aún más el gasto total.
En lugar de resultados, lo único que crece es el presupuesto. El Gobierno estatal ha demostrado una preocupante falta de planeación, licitando obras sin tener garantizados los recursos ni un cronograma realista.
Inicio precipitado y sin licitación
El arranque del Tramo Uno de la Interserrana fue presentado públicamente como un logro de la administración de Samuel García. El Gobernador dio el banderazo de salida el 1 de mayo de 2024, pero en realidad los trabajos comenzaron hasta julio de ese año. Peor aún: cuando dio inicio simbólico, ni siquiera se había lanzado la licitación oficial.
La Red Estatal de Autopistas (REA) solicitó apenas el 20 de mayo la suficiencia presupuestal por mil 400 millones de pesos. Dos días después, se autorizó el monto. La licitación se publicó el 24 de mayo y fue hasta el 28 de ese mes que se adjudicó el contrato a la empresa Dycusa por mil 388 millones, con un plazo de ejecución de 540 días.
Ese desfase entre los anuncios políticos y la gestión técnica refleja una forma improvisada de trabajar. El gobierno parece más interesado en la propaganda que en la ejecución efectiva de las obras. A este ritmo, será difícil —por no decir imposible— que la Interserrana esté lista antes de que termine el sexenio.
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Mientras los kilómetros avanzan a cuentagotas y los costos se disparan, el Gobierno de Samuel García mantiene un discurso de modernidad y eficiencia que no se refleja en los hechos. La Interserrana, que debería ser un eje logístico clave para el estado, se ha transformado en una obra lenta, cara y mal ejecutada.
Vecinos, trabajadores de la zona y expertos en construcción coinciden en que, si se quiere terminar esta carretera dentro de la actual administración, será necesario inyectarle una cantidad “bárbara” de recursos. Y eso sin contar los problemas técnicos y logísticos que aún faltan por enfrentar.
La realidad es que, más allá de los anuncios oficiales, la carretera Interserrana muestra el desgaste de una gestión que prioriza la imagen sobre los resultados. Cada día de retraso representa no sólo más gasto, sino también más tiempo perdido para miles de usuarios que podrían beneficiarse de esta conexión vial. Y mientras tanto, el silencio oficial y la falta de transparencia siguen marcando el ritmo de la obra.
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