La Fiscalía General de Justicia de Nuevo León ha sido duramente cuestionada luego de que se confirmara el cierre de varias carpetas de investigación relacionadas con presuntos actos de corrupción y enriquecimiento ilícito del gobernador Samuel García Sepúlveda. Diversos sectores políticos y sociales han expresado su preocupación ante lo que consideran una señal alarmante de impunidad institucionalizada.
En el centro de la polémica se encuentran denuncias que apuntan a la adquisición de propiedades millonarias, presunto uso indebido de recursos públicos, y triangulaciones a un despacho jurídico compartido por el mandatario estatal y su padre, el abogado Samuel Orlando García Mascorro. Estas acusaciones, que generaron gran interés público, fueron cerradas sin una investigación profunda, según señalaron diversos actores del Congreso local.
La decisión de declarar el inejercicio de la acción penal en todas las carpetas vinculadas al gobernador ha sido vista por legisladores como un acto que socava la confianza en las instituciones y manda un mensaje preocupante: en Nuevo León, la corrupción puede quedar sin castigo si involucra a quienes ostentan el poder.
Cierre de investigaciones contra Samuel García genera alarma
La controversia estalló tras revelarse que la Fiscalía atrajo varias carpetas relacionadas con bienes del mandatario estatal, entre ellas una denuncia por la adquisición de un terreno de 18 hectáreas en San Pedro Garza García, valuado en más de 700 millones de pesos, y otra por un rancho de 700 hectáreas en Linares, en la zona rural del sur de Nuevo León. Ambas propiedades habrían sido adquiridas con esquemas cuestionables, incluyendo daciones en pago y posibles desvíos de recursos públicos.
A pesar del volumen de las acusaciones y la magnitud de los bienes involucrados, el órgano de justicia decidió cerrar las carpetas sin proceder a una investigación formal. La presidenta del Congreso del Estado advirtió que si se permite que estos casos sean abandonados sin esclarecerse, se estaría enviando un mensaje de que la ley no se aplica de manera pareja, y que los actos de corrupción pueden quedar impunes cuando involucran a figuras del poder ejecutivo.
“Cerrar estas investigaciones sería un retroceso en la justicia de Nuevo León”, señaló la legisladora, subrayando que los ciudadanos esperan que las leyes se apliquen a todos por igual y que los casos que involucran recursos públicos no se dejen en la opacidad. “El mensaje sería devastador: que la corrupción sí paga”, dijo.
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Triangulaciones y vínculos familiares de Samuel García
Uno de los elementos más delicados en las carpetas archivadas es la posible existencia de triangulaciones financieras que involucrarían al despacho jurídico compartido entre Samuel García y su padre. Según la información filtrada, el flujo de recursos hacia esta firma se habría realizado en paralelo a la adquisición de propiedades de alto valor, levantando sospechas sobre el origen de los fondos y la transparencia de las operaciones.
Este punto ha sido central en el reclamo de rendición de cuentas, ya que la ciudadanía ha demandado que se aclare si se usaron recursos públicos para enriquecer a personas cercanas al mandatario. La falta de investigación, según denuncian actores políticos, no solo mina la confianza en la Fiscalía, sino que también pone en duda la voluntad institucional de combatir la corrupción en todos sus niveles.
“El hecho de que se hayan detectado posibles irregularidades millonarias y que se hayan cerrado los expedientes sin avanzar en el análisis pericial o financiero es sumamente grave”, expresó una legisladora de oposición, quien pidió que los procedimientos se retomen para garantizar que el Estado de derecho prevalezca por encima de intereses particulares.
División política ante la decisión
La decisión de la Fiscalía ha generado posiciones encontradas dentro del Congreso local. Mientras algunos legisladores han exigido que se reanuden las investigaciones y se castigue cualquier posible delito, otros han respaldado al órgano de justicia al considerar que no existían elementos suficientes para continuar con las averiguaciones.
Desde el grupo parlamentario de Morena, la diputada Grecia Benavides expresó su desacuerdo con el cierre de las carpetas, y reafirmó que su bancada está a favor de la transparencia y el combate a la corrupción. “Nosotros lo que queremos es que haya justicia. En Morena siempre vamos a pedir que se investigue”, indicó.
Por otro lado, representantes de Movimiento Ciudadano defendieron a la Fiscalía, asegurando que la determinación no corresponde a un carpetazo sino a una falta de pruebas sólidas que justifiquen una indagatoria. “No existen elementos para continuar con una investigación”, expresó una diputada de dicho partido, aunque sin entrar en detalles sobre los criterios empleados para desechar los expedientes.
A pesar de estas diferencias políticas, la opinión pública ha mostrado un creciente malestar ante lo que parece ser una tendencia preocupante de encubrimiento desde las instituciones. Varios ciudadanos han expresado en redes sociales y medios de comunicación su preocupación de que este caso marque un precedente negativo para la administración de justicia en el estado.
Exigen respeto al Estado de derecho
Frente al clima de sospecha y desconfianza que ha generado la decisión de archivar las denuncias contra el gobernador, diversas voces del ámbito jurídico, académico y ciudadano han levantado la voz para exigir que la Fiscalía actúe con imparcialidad y retome las investigaciones si existen elementos que lo ameriten.
Organizaciones civiles han señalado que, en un contexto donde el combate a la corrupción es una demanda urgente, las instituciones deben responder con seriedad y sin favoritismos. “Los funcionarios públicos deben estar sujetos a escrutinio constante, y cuando hay denuncias serias, lo mínimo que se espera es que se investigue a fondo”, manifestó un activista anticorrupción.
El cierre de carpetas también ha llamado la atención por su rapidez y la falta de transparencia en los criterios utilizados. Hasta ahora, la Fiscalía no ha dado una explicación detallada sobre por qué decidió no proceder penalmente en los casos vinculados al Ejecutivo estatal, lo cual ha alimentado la percepción de que las decisiones no responden a un análisis técnico, sino a intereses políticos.
Si bien algunas autoridades aseguran que el caso está cerrado, la exigencia social sigue latente: que los casos de posible corrupción no queden en la impunidad. En una entidad con múltiples retos en materia de justicia, seguridad y confianza institucional, cerrar los ojos ante presuntos actos ilegales puede tener consecuencias profundas en la relación entre ciudadanía y gobierno.
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